Tras la emocionante jornada electoral del 25M, donde se decidían los gobiernos autonómicos de Asturias y Andalucía, hoy se abre un escenario político muy diferente al de hace solo unos días. Un nuevo escenario donde la Izquierda Española resurge como freno al insaciable afán conservador por el poder.
Y es que para los pregoneros de la solución azul para España, que ya veían en estas elecciones, no solo el remate final al PSOE, sino también el escenario idóneo para culminar sus políticas demoledoras del estado del bienestar, hoy la rabia les acalla y modula ante la respuesta ciudadana.
Pero que esperaban. Una cosa es que para vigilar el gallinero pusieran al lobo feroz, y otra que cuando este empezó a comerse las gallinas no se revolucione la granja. Pues bien, la paciencia de muchos ciudadanos ha llegado a su límite.
El ciclo de confianza y esperanza, de fe ciega en las soluciones divinas que ofrecía Rajoy, se ha terminado en muy corto periodo de tiempo. Todas y cada una de las iniciativas reformistas del Gobierno conservador han ido abiertamente en contra de las conquistas sociales logradas en los últimos treinta años. Hoy los trabajadores y trabajadoras de España tienen peores condiciones sociales, laborales y de oportunidades que sus padres y abuelos, y con la sensación de que todo puede ir a peor. Un panorama devastador para toda una generación de jóvenes.
Ahora toca inconformismo. El cambio de ciclo ha comenzado en Andalucía y en Asturias, donde es posible que puedan gobernar partidos de Izquierdas. Los ciudadanos quieren pactos y entendimientos, y sobre todo compromisos y responsabilidad. El experimento Rajoy les ha decepcionado, por lo que veremos en las siguientes convocatorias electorales una mayor pluralidad, donde los partidos progresistas y de Izquierdas tendrán un papel importantísimo en la reconstrucción del estado del bienestar, ahora amenazado por el PP.
Inconformismo, pero también protesta. Como la que este jueves 29 de Marzo, millones de Españoles y Españolas haremos en las calles de nuestros pueblos y ciudades, en nuestras empresas y puestos de trabajo, paralizando el país en respuesta al mayor ataque a los derechos laborales que hemos sufrido en la historia reciente. Porque lo grave de esta reforma laboral no es que nos afecta a nosotros directamente, sino que prepara a las siguientes generaciones para que acaben renunciando a todo derecho y garantía. El simple pensamiento de que eso no va con nosotros, nos debería avergonzar ante la historia.
No quiero que mis hijos se avergüencen de mí. Por eso yo iré a la huelga.
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