martes, 31 de mayo de 2011

Un nuevo inicio.


Quisiera empezar esta entrada en mi blog agradeciendo a todas aquellas personas que no han dudado en apoyar al PSC de Sentmenat. A todos y todas las militantes y simpatizantes que se pusieron a disposición de nuestra candidata Pietat Sánchez, que apoyaron sin fisuras ni ambages su candidatura. Y que día tras día trabajaron con tenacidad y dedicación en la campaña del PSC. No menos agradecimiento debo darles a todas aquellas personas que confiaron en nuestro proyecto y que así lo demostraron otorgando su voto al PSC.

Pero una vez pasados los primeros días post-electorales, iniciadas las conversaciones para analizar las diferentes opciones de gobierno y con el sosegado pero imprescindible planteamiento de futuro, quisiera hacer la siguiente reflexión:

-¿El socialismo está en crisis? Sin duda creo que no. O al menos no tanto como los partidos que defienden esta ideología. Parecería que entro en una contradicción, pero no lo es y paso a explicarlo. Los partidos necesitan una ideología que les dé forma y contenido. Pero esta ideología no es una invención, sino un nexo de unión entre la ciudadanía que tiene ese convencimiento y el partido que lo defiende y estructura. Sin embargo los gobiernos surgidos de estos partidos buscan una centralidad en la gestión, obligados a gestionar los intereses del conjunto de ciudadanos. Pero la centralidad no existe como tal, sino que es un equilibrio entre lo que defiende tu ideología y lo que defiende la contraria. Y en este equilibrio siempre pierden los Partidos Socialistas, puesto que son más castigados por su electorado, muy sensible a las políticas entendidas como conservadoras o liberales que a veces deben adoptar los gobiernos Socialistas, en el ejercicio de su deber.

-¿Es posible hacer las cosas de otra manera? Hemos visto estos días como un movimiento ciudadano, transversal y democrático, ha removido la conciencia de miles de personas, haciéndolas ver que pueden y quieren exigir que se les escuchen. Los asentamientos de manifestantes en Puerta del Sol de Madrid, en Plaza de Catalunya de Barcelona y en otros puntos de nuestra geografía, demuestran que la democracia no puede ser solo un juego partidista de reparto de cromos. Exigen algo más y los partidos políticos progresistas, y especialmente el Partido Socialista, no pueden hacer oídos sordos a lo que está pasando.
Necesitamos un cambio de las formas de hacer política. Necesitamos establecer nexos simbióticos con la ciudadanía, para no perdernos en discursos retóricos, sino hablar de las preocupaciones y necesidades reales de la gente. Necesitamos que nuestro partido sea un reflejo auténtico de la sociedad para que esta, a su vez, se vea reflejada en nuestros proyectos y propuestas electorales.

-¿Cómo empezar este cambio? Sin duda desde las bases. No podemos esperar que los aparatos de los partidos nos den las indicaciones de cómo acercarnos a nuestros ciudadanos y ciudadanas. Para eso están las agrupaciones y las asambleas locales, que son las que deben generar el debate necesario para iniciar los cambios. Y es imprescindible que se inicien ya, sin demora.


-¿Qué cambios realizar? La política no puede ser un coto reservado a mentes privilegiadas, extensamente formadas y con una clara implicación partidista. Aquí está el error que nos ha llevado donde estamos. Debemos fomentar la política de las ideas. Cualquier idea o propuesta debe ser puesta a debate. Debemos rehuir de las organizaciones cerradas y jerárquicas que solo pretenden controlar el mensaje partidista para un único interés, el poder. Debemos establecer las herramientas necesarias para crear estos espacios de discusión, y es aquí donde las agrupaciones y asambleas locales deben volcar todos sus esfuerzos de acción política. No basta con tener recursos humanos disponibles para organizar actos, si estos en sí están vacíos de contenidos.


-¿Hay tiempo para el cambio? Solo la voluntad de cambiar influye sobre el mismo cambio. Da igual los plazos o el momento, lo único que importa es la determinación a realizarlo. Y creo sinceramente que no solo podemos, sino que es el deber que nuestras bases socialistas nos han impuesto. Nos lo impusieron hace cuatro años, y de nuevo han manifestado que, a pesar de los esfuerzos realizados estos últimos meses, no ha sido suficiente como para devolvernos su confianza. Por eso veo imprescindible continuar en esta voluntad de cambio.

-¿Qué camino escoger? Tras el verano el PSC afrontará el Congreso nacional, con una más que profunda renovación de propuestas y de ideas, además de ejecutiva y secretarías. También las agrupaciones deberán renovar sus organizaciones, y en ese proceso se confrontarán todas las posibilidades y propuestas. Es entonces cuando deberemos elegir qué camino seguir, por que sin duda alguna habrán diferentes planteamientos totalmente legítimos. No obstante flaco favor haremos a nuestro proyecto en común, si solo nos dedicamos a acentuar las diferencias y blindar las posiciones de cada uno, en lugar de hallar los puntos de consenso sobre los que seguir construyendo una sólida y duradera base para el cambio. Porque si pensamos en este proceso como la toma del poder de unos sobre otros, nada habremos aprendido y seguiremos condenados al desencuentro y alejamiento de la ciudadanía.

Yo solo veo posible un camino, integrador desde el consenso y el acuerdo de un objetivo en común. Un camino que se base en establecer las herramientas de debate sobre las propuestas e ideas. Herramientas constructivas, transparentes y abiertas a la ciudadanía, para que se construya una política real basada en los problemas y preocupaciones de la gente. Un camino que se aleje de las luchas nominales por cuotas de poder, y de las afrentas y envidias personales. Por el que podamos transitar todos sin recelar de quien nos quiera acompañar. Un camino que lleve al Partido Socialista a ser el referente progresista de nuestra sociedad.

Y si este camino no existiera, creo que valdría la pena que entre todos lo construyamos.