Bien, de nuevo ante mi blog, veo que hace meses que no publiqué nada. Así que voy a empezar actualizando desde mi último escrito.
Al fin encontré trabajo, o mejor dicho, un buen amigo hizo una recomendación para que me llamaran de nuevo donde estuve trabajando el año pasado. Algo precario pero bien remunerado que es lo que cuenta.
Pues a lo que iba, hará tres semanas que nos preguntaron en el trabajo, o mejor dicho, nos instaron a tomar unas semanas de vacaciones, por motivo de regulación de la carga de trabajo en estos días estivales. Algo que a priori sería agradecido disfrutar de una o dos semanas de vacaciones, se convirtió en una batalla de confianza para ver quien podría librarse de hacerlas. Las peticiones al responsable de turno, indagaciones, jaboneos varios y algún que otro comentario desafortunado, enrareció hasta tal punto el ambiente que tuvieron que tomar cartas los responsables, atajando cualquier intento de influir sobre estas decisiones.
Es evidente que esto no ha sucedido por casualidad. Muchas de las personas que se han visto en esta situación, han sufrido en primera persona las consecuencias de este periodo destructivo de la economía, y algunos no han podido encontrar trabajo en varios meses. Solo la necesidad imperiosa de llevar dinero a casa, pagar las deudas y poder hacer la compra semanal ha llevado a las personas plantearse no disfrutar de vacaciones, aún cuando estas sean un derecho remunerado. Más aún cuando además supone no cobrar por los días disfrutados, como en el caso que explico.
El gran peligro de esta crisis no es que acabe desmoronándose la economía capitalista, de eso ya se han ocupado los gobiernos a base de inyección de liquidez para tapar las vergüenzas especulativas del mercado, sino que de nuevo seamos los trabajadores quienes paguemos las reformas del sistema capitalista, con pérdida de nuestros derechos. Así lo han expresado abiertamente tanto la Derecha española como la Patronal, quienes apuestan por menos derechos del trabajador para optimizar las rentabilidades de sus empresas.
Y lo peor, algunos trabajadores ya hemos empezado a renunciar a nuestros derechos.